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Mostrando entradas de 2018

Roma no es una película “bonita”

Hace unos días leí que una muy querida amiga escribió "vean Roma , está muy bonita". Hoy, después de haber dedicado un momento específico y sin interrupciones al largometraje de Cuarón , puedo afirmar que no. No, Roma no es una película bonita. Es desgarradora, deshace el alma de quien puede ver más allá de la preciosa fotografía o excelente ambientación (y ni qué decir de la musicalización ). La actuación de Yalitzia Aparicio no vale un Oscar , vale una galaxia de aplausos, porque no muestra a una joven "sirvienta", muestra a una mujer joven que vive en medio de una ciudad monstruo. Cuarón explica magistralmente en imagenes cómo, desde las entrañas del Distrito Federal , somos quienes la hemos habitado el alimento de la misma. Somos a quienes esclaviza el poder para reproducir la hidra que sólo tiene cabida en este sistema. Roma es para mi, desde los primeros minutos, remontarme a mi infancia, con todo y que transcurrió a principios de los noventa. Es ver mat...

¿Cómo pasó todo esto?

No sé exactamente qué estaba haciendo hace 17 años. Tampoco sé muy bien cómo pasó todo ese primer año en que el mundo cambió tras el avionazo en las Torres Gemelas o cómo lo vivieron todas las personas que conozco.

Rebozo morado y ojos

¡Es ella! Se llama Juana.  Nunca pensé que esas palabras salieran de mi boca, pero no las pensé, no las deduje, simplemente son.

Salte ahorita a los columpios más cercanos que tengas...

Declaro inaugurada la técnica de meditación y terapia de trauma  "Escuchar Queen a todo volumen mientras te columpias lo mas fuerte que puedas" , descubierta y comprobada por Montserrat Soriano López.

No pasa nada...

Y si no lloro, no lloro, que tampoco pasa nada. Si no extraño mi vida pasada y hasta me da asco el cigarro: no pasa nada. Si no sé para dónde hacerme, ni tengo planes, ni ideas, ni lógicas, ni dinámicas, ni rutinas o ganas de tenerlas: no pasa nada. Si de pronto paso todo el 7 de noviembre lavando ropa y organizando libros: no pasa nada. Tengo tiempo, tengo espacio, tengo mi vida y privilegios de los cuáles hacerme cargo, así que no hay excusa. Si de pronto mi cuerpo se enferma y siento que sólo quiero dormir: no pasa nada. No pasa nada, por sí mismo. Soy yo quien hago que pase.

Con "d" de "debería"

Debería sentarme a leer. Debería lavar ropa, guardar ropa, bañarme y arreglar la casa. Debería comer algo y revisarme el dedo lastimado en el doctor. Debería hacer caso a mis tripas y salir a la calle sin miedo, debería dejar de escribir estas letras y empezar a radicalizar mi acción. Debería tener planes, buscar un trabajo, hacer la limpieza, terminar un protocolo de investigación que no logro ni empezar. Debería simplemente dejar de deber. Debería preguntarme "¿qué soy de grande?" en lugar de "¿qué quiero ser de grande?". Debería hacer caso a mis ganas de moverme y simplemente tomar la bicicleta y lanzarme a las calles a rodar, tomarlas por asalto y no parar. Debería cumplir mis 90 días de meditación, levantarme temprano, llorar. Debería dejar de exigirme deberes que finalmente no cumplo porque no puedo exigirme con coerción hacer cosas. Debería, debería, debería... Fin.

Colonizada

Me siento invadida. Invadida en mi mente y en mi cuerpo.  Los sueños se me llenan de personas que se rehúsan a salir de mis espacios.  Lo mismo una sombra me atemoriza que una vívida imagen se sienta en mi cama y no se va.  En mis sueños les empujó a salir de mi recamara pero casi siempre me quedo sin voz, me quedo sin fuerzas y me quedo disminuida.  Al despertar, casi siempre exaltada, siento que ya me es casi imposible pelear, despierto con menos fuerza cada vez y con más cansancio cada día. Me duelen las piernas y los pies cómo si hubiera caminado un desierto.  Mis ojos arden como dos soles que nunca se apagaron.  Mis dedos se sienten duros como vigas.  Y mi paciencia ya no existe. Me siento invadida. 

Carta para Ana

Hola Ana, Sé que es una locura escribirte cuando tiene bastantes horas que ya no vives en el mismo mundo que yo, pero siento un dolor inmenso no haberte podido encontrar. El domingo estabas jugando afuera del trabajo de tu mamá, hacías lo que cualquier niña de 8 años hace, pensar en qué quieres ser de grande o tal vez imaginar historias y hacerlas vivas en un juego.  De pronto llegó el monstruo. Primero fue amable, seguro te dijo que irían por un elote o que irían a los juegos y tú le dijiste que sí porque seguro te mintió. Seguro te dijo que tu mamá le había dicho que fuera por ti porque se iba a tardar y tú eres una niña ¿qué más podías hacer si el té mintió? Juan Fernando, ese es el nombre del horrible hombre que te apartó de la posibilidad de ser doctora o mamá o jugadora profesional de futbol, o yo qué sé cuál era tu sueño.  El decidió, en su búsqueda de saciar su cuerpo y deseos violentos, raptarte y llevarte a no se sabe dónde. Decidió hacerte quien sab...

Llamada

No me gusta que me despiertes con un reclamo. Aborrezco que lo primero que escuche al amanecer sea tu voz en sollozos preguntándome por personas por quienes no soy responsable. Me asusta que me preguntes si estoy bien porque temo que hayas descubierto mi secreto y me dejes de querer. Me descolocas cuando preguntas, a las siete de la mañana, si todo va bien, mientras tu voz me dice que lloras.  Siento que de nuevo hay malas noticias por la mañana y la cabeza me retumba como si me hubiera golpeado con el piso.  Tu sólo quieres que te responda si sé dónde está a quien sí esperas...

Al 8 de marzo le sigue sobrando rosa y le falta morado

"Que me diga algo, ni le estoy hablando a esa, pinche vieja fea, no le estoy haciendo nada ¿qué me va a hacer?", dijo esto y todo mi cuerpo (cuerpa) se estremeció. Quise caminar con rapidez, pero también quise que supiera que no me importa lo que opina, lo que quiere. Recordé cómo empecé el día. Desperté tarde, de nuevo. Me vestí de negro, casi siempre lo hago, pero hoy fue con intención, estoy de luto, estoy de lucha. Me amarré la pañoleta verde de la campaña por la despenalización del aborto, un regalo por demás hermoso. Me puse las botas de batalla y corrí a la redacción.  Prendí el primer cigarro mientras escuchaba en el radio que las movilizaciones feministas en España habían congregado a millones de mujeres en una huelga. Se me llenó el corazón. Pensé en mis hermanas que viajaron a Chiapas y aprenden y se aprehenden. Puse todo mi empeño en trabajar con seriedad las notas corespondientes a este día, al final, una siempre es feminista. Siempre es en lo que cree.  Despué...

Conocí a María la noche de San Valentín

"¿Cómo son los hombres no? Uno solo te puede deshacer la vida ¿no crees?". No te conozco de nada pero siento que te llamas María. Si cierro los ojos puedo ver los tuyos, llorosos, color miel. Me pediste "las tres" de mi cigarro y mientras sacaba uno nuevo para regalarte me asaltaste con un pensamiento que ronda a diario mi mente. ¿Será que si nos pueden deshacer la vida? ¿Será que se lo vamos a permitir? Mientras buscaba el encendedor vi tu sudadera rosa, sucia y noté tu piel tostada por el sol. No olías a "mona", estabas realmente triste. "No tengo cómo ayudarte, pero que sepas que así son. Tu nada más rífate, por fa, rífate", no supe qué más decirte María. Me llenaste de golpe la cabeza y sacaste mis pensamientos de la política mexicana para ponerlos de nuevo en donde va el corazón: abajo y a la izquierda. Realmente no necesitabas que te ayudara, tu querías un cigarro y yo te...

Carta a quienes odian ser "políticamente correctos"; (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri)

Estoy harta de quienes están hartxs de ser "políticamente correctxs".

Todo pasa y todo queda

Por un momento deseé no tener cuerpo. Por un momento deseé no sentir nada. Por un momento casi decido levantarme y tomar las 10 pastillas necesarias para no sentir más. Por un momento sólo vi tu cara. Por un momento sólo quise llorar y salir corriendo. Por un momento tuve 4 o 5 años. Por un momento casi me arranco los ojos o las piernas o el útero, para desgarrarme por completo y verme como me siento: deshecha. Por un momento vi mis manos como las tuyas. Por un momento eran tus dedos los que me tocaban y quise gritarte que te fueras. Por un momento sólo pude repetir "ya no más por favor" "no por favor" "vete por favor". Por un momento y sólo por ese momento descubrí que no estas aquí y que no me puedes lastimar más. Sólo por un momento acepté que no soy tu y que la culpable no soy yo.