No sé exactamente qué estaba haciendo hace 17 años. Tampoco sé muy bien cómo pasó todo ese primer año en que el mundo cambió tras el avionazo en las Torres Gemelas o cómo lo vivieron todas las personas que conozco.
Lo que sí recuerdo es que en ese momento yo estaba más preocupada porque las monjas no me siguieran regañando y en saberme las jugadas y movimientos para el próximo partido de basquet.Recuerdo que era cumpleaños de una compañera y que, como a media mañana, una monja entró al salón a pedirnos a todas que rezáramos porque algo había pasado muy triste en el mundo.
Los días siguientes fueron de mucho movimiento. En casa se hablaba de la guerra y yo, sólo tenía nueve años. Realmente no estaba entendiendo nada.
Al momento, casi, también apareció en la televisión algo que cambió mi vida, la familia Alcántara. Mi papá y mi mamá fueron los primeros en verla, después supe que mi tio Nacho y mi tia Eva también la seguían.
A mi me llamó que había un niño, como de mi edad, contando cuentos y siendo niño pero en los sesentas, una década que está por demás decirlo, pero a muchas personas nos entusiasma. Además tenía tantos personajes como yo tenía en mi vida.
Estaba la abuela, que para mi es columna vertebral, tanto de la serie como de mi propia vida; pero también los hermanos mayores y las aventuras de serlo.
Sin embargo, no le presté tanta atención en ese momento.
En 2003, cuando las tropas estadounidenses y de otros países ocuparon el territorio de Irak, mi abuelo me dijo que prestara atención "está empezando la guerra", dijo y yo empecé a pensarme en el mundo desde una perspectiva muy de Carlitos. Empecé a ver mi historia entrelazada en la del mundo, en los hechos históricos.
Al año siguiente empecé a verla en serio. En casa ya habían conseguido los DVD's de las primeras tres tempordas y yo me las bebí.
Después internet me permitió verla en diferentes páginas y desde entonces ha sido parte de una dinámica muy mía.
Los personajes me sorprendieron y en diferentes momentos me he sentido cercana más a unas que a otros, pero el fondo es que la familia Alcántara es parte de este, mi propio relato.
Este jueves tengo 26 años, me conecté a la señal desde la sala de mi madre. Seguí la temporada con el fervor de "llegar a ver mi novela", esa de la que le cuento a todas las personas con las que me cruzo.
Me duele que parta la voz principal, que Carlitos ya no sea el hilo conductor de la historia porque, como me pasó cuando acabé de leer Harry Potter, una etapa en mi propia vida termina. No es fácil cerrar puertas y requiere de valentía y mucho amor abrir otras, sin embargo, una serie de televisión me vuelve a enseñar que la fortuna está del lado de quienes se atreven.
Es un paso más. Como Carlos, yo tampoco tengo muy claro mi nuevo rumbo y reconozco mis fracasos (laborales y personales) como un lugar desde el que no se puede ir más abajo, pero también me veo libre. Dejando la jaula que, hermosa y todo, no deja de ser una coartada excelente para no atreverme.
Acaba una etapa y empezamos la que sigue, total, después les podré contar cómo pasó que me convertí en quien soy,
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