No me gusta que me despiertes con un reclamo.
Aborrezco que lo primero que escuche al amanecer sea tu voz en sollozos preguntándome por personas por quienes no soy responsable.
Me asusta que me preguntes si estoy bien porque temo que hayas descubierto mi secreto y me dejes de querer.
Me descolocas cuando preguntas, a las siete de la mañana, si todo va bien, mientras tu voz me dice que lloras.
Siento que de nuevo hay malas noticias por la mañana y la cabeza me retumba como si me hubiera golpeado con el piso.
Tu sólo quieres que te responda si sé dónde está a quien sí esperas...
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