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Ver pa fuera

  Lo bueno de escribir es que siempre sale la emoción. Lo malo de escribir es que no le llega a quien quieres porque el mail está en desuso y las cartas murieron en mensajes de audio de WhatsApp que nadie escucha pero oye. Durante 30 años he levantado la voz y hacerlo desde este cuerpo, de mujer (que parece que se sabe defender) es cansadísimo.  Para decir que no compartes conmigo el pensamiento me dices que exagero y para explicarme tus actos denostas los míos. Si levanto la voz y digo lo que otras aun no pueden “estoy muy enojada” pero si no lo hago me quiero empastillar con dos cajas de actron. Me dices que me crees, que me acompañas y que me ayudas a cuidarnos en equipo, pero si te digo cómo aliarnos te sientes insultado por las medidas que te pido. Yo hablo aquí de lo mucho que me incomoda estar en un mundo con ellOs para poder regresar al mundo de todAs lAs personAs.  Pero cuando estoy escuchando qué hay que decir lo que no hay que callar, hablo de hechos tangibles y tú me contes
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Los dos materiales que forman mi canto...

La voz en off decía que "quien tiene una abuela tiene un tesoro". Más que un tesoro, tiene la lumbre de las almas.  No sé qué pasa con la relación entre personas ancianas y pequeñas, tal vez que ambas están tan cerca de la muerte que se encuentran con los corazones más unidos. Mientras veía la cara de Herminia y escuchaba como se despedía de sus nietos, pude sentir las manos de mi abue Cris acariciando mis manos. Así, en silencio, como a veces veíamos la tele juntas. También estaba mi abue Lulú, ella sí que se me figuraba en la actriz, tan blanca, con sus hilos color de plata. En los últimos meses las extraño más, es que tal vez me estoy convirtiendo en la mujer que ellas veían en mí, lo que podía ser. Espero que sí. Lo que sé es que vivo las cosas que ambas habrían deseado. Fui a la escuela a aprender, mucho, no por un titulo, sino por saber. Con eso honré a mi abue Lulú. A ella que no la dejaron estudiar mucho me supo confiar nuestro secreto: "vive como tú quieras, t

Relatividad

La relatividad es un tema recurrente en mis cavilaciones cotidianas y uno que detesto como explicación, pero es, literalmente, la realidad. Hoy, precisamente, valoraba lo rápido que me ha parecido que pasaron diez años. Si bien yo nunca antes de este momento había aspirado a vivir más de 30 años -y ya 50 o 60 me parecían exageraciones innecesarias- es más, yo si pretendía ser del “club de los 27”, no reparé mucho en que el tiempo que me había autodelimitado era extremadamente breve. En los últimos diez años he transitado veredas y llanos de emociones que algunas personas viven a lo largo de todas sus existencias. En este lapso pasé de empezar a planear viajes y desear conocer más el mundo, a sentir un profundo vacío frente lo que me gustaría hacer un martes por la tarde cualquiera. De pronto, en 10 años, se me hizo tarde para terminar la escuela; para abrazar a mi papá, a mi abue Lulú, a mi abuelito Tolín, mi abuelita Cris, mi abue Cire; para aprender a amar más a Camila; para jugar má

Dos batallas, una guerra

Los flancos, definidos, bien apostados en el frente.  Los territorios, ocupados por la fuerza, se levantan en armas:  digan lo que digan las mujeres estamos en guerra. Hace muchos meses un grupo de mujeres en política empezó la revuelta. Ellas construyeron su ejército y denunciaron, con sus palabras, a hombres poderosos que las habían agredido. Hombres de partido. La lucha pareció infructuosa. Una plaga que asola el mundo les quitó de la atención. La organización continuó porque otra pandemia asomó las manos en el encierro: las batallas diarias que se acentuaron en las paredes de la intimidad. Entonces vino el revés. La traición y la fracción. El avance que se logró, para quitar la ocupación de los territorios/cuerpo, ensombreció en pocas semanas. Designaron a un violador (Félix Salgado Macedonio) como candidato para gobernar un estado de riqueza: Guerrero. La otra batalla. Por años me construí una muralla. En menos tiempo empecé a derribarla y los insumos que la alimentaban empezaron

El fondo sin fondo

Tengo este mal habito de prender un cigarro cada vez que voy a escribir. Como si la combustión de alquitrán, y no sé qué más, con tabaco fuera la energía que requiero para que fluya. O eso, sólo un mal hábito. Como sea, en medio del exilio autoimpuesto en la soledad del cuarto más blanco que he tenido (o he podido percibir/apreciar) entendí que el fondo realmente no existe, o no para mi. Las cosas empezaron a ponerse mal mucho antes de que siquiera pudiera entender los significados socio-históricos de esto o sus implicaciones en el sistema patriarcal-capitalista. Desde entonces conocí mucho dolor y los instantes de alegría me mantuvieron viva (que seguro son más de los que recuerdo), mantuvieron esa flamita que parecía más bien un foco de serie navideña descolorido y casi por extinguirse. Con los años, descubrí que por más corto circuito que intentara ponerle a esa serie no más no se apagaba y ¡vaya que lo intenté! Aprendí que la combinación de alcohol y electricidad no lo fundían, que

La zona de promesas

No entiendo cómo pasó, pero aunque hasta ahora la felicidad había tocado a la puerta y no habíamos ido, al cumplir 29 ya entraste en ella y ¡vaya fila de enormes regalos que dios nos mandó, Montse del pasado!  Regalos a la distancia, comidas que dan abrazos, abrazos que dan plenitud, mensajes que regocijan el corazón, caminatas que dan gusto, saludos inesperados, llamadas que alegran, fiesta, risas, colores y mucho movimiento (pero primero lo primero, tocar base). ¡Qué cosa hermosa esta de vivir feliz! Las promesas se están cumpliendo y apenas empieza el camino. El primer cumpleaños de una vida nueva y que se me colorea distinto (como que cambiamos los útiles y necesarios Mapita por unos flamantes Prisma Color). Gracias Montse del pasado, te rifaste muchísimo y hoy llegaste a otro lugar. No sabes para dónde vas, pero al lugar que estás llegando es genial. Y el sitio en el que estás el 8 de febrero de 2021 (a las 10 de la noche) es uno libre, donde no hay peso sobre mis hombros, donde p

Mi parte de los hechos

Estoy triste. Muy triste.  Decido poner el documental de Chavela Vargas y tomar mi mezcal con ella.  Todo va bien. Estoy triste, pero cantando y aprendiendo. Llega mi mamá a casa.e saluda y le contesto. Me ve con mezcal en mano. Hace una mueca de desagrado al verme. Pienso que es por el mezcal, pero trato de actuar como que no me doy cuenta. Sigo con la película. No digo nada. Siento y veo el disgusto que tiene al verme tomar. Pero ya no me da pena. Acababa yo de tener un ataque de pánico y no me cuide y me puse a tomar, pero si le cuento... tengo miedo que no me contenga. No suele hacerlo y yo no sé pedirlo. Sigue todo en tensa calma, pero yo me limito. Yo veo la película. Mamá baja las escaleras, notó su molestia, pero espero que no haya más problema.  Mientras ella cocina canta las canciones de la película. Me decido a decir algo para comunicarme con ella, el pretexto, un hato maúlla cerca de la casa.  Después comento que, por el tamaño de las manos de Chavela y su