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Pajairito ¡que me dueles!


Mi pajairito con cuerpo de hombre. Tu recuerdo me lastima en lo más hondo. Te quise cuidar como la lucecita que fuiste para mi alma. Conocí tus escondites, los que me dejaste ver. Te enseñé mis recovecos, los de mi cuerpo y los de mi alma.

Nuestra historia de dolores se nos compartió, nuestros gustos.

Me dejé de la política, estabas en cada espacio. Tu voz fuerte, tu cuerpo firme. Tu presencia creada. Tus brazos sobre mi acercándome a tu cuerpo una última y única vez desde que te convertiste en gavilán.

Tu ya estabas roto, veleidoso. Yo ya no estaba desarmada. Mi vida yo te qui, yo te quise veleidoso, yo te quise y yo te quiero. ¡Ay de mi! Que me despierto queriéndote conmigo. Que nunca te tuve, que cuando te tuve no te quise.

No me mentiste, te sabía enfermo de desamor, dolido de llanto y embriaguez. Pero tu me buscaste, yo me alejé de ti porque te empecé a querer más que como quiero a los pajaritos que cuido. Ya te necesitaba, ya te deseaba. Eras conjunto de placer por el tabaco, las canciones, los libros, las historias, los lugares.

Tus brazos y tu cuerpo con el mío cupieron perfectamente. Ya no éramos cuerpos jóvenes. Ya no éramos separación por aburrimiento. Por mis dolores y por tu inexperiencia.

Mi autoexilio de tus palabras me quema, me arde. Quisiera correr a tu pueblo. Caminar tus caminos, encuarentenarme contigo. Encerrarnos hasta que me quieras como te necesito. Hasta que se te salga de la mente el amor de esa maravillosa estrella que compartiste.

Tu mentiste, te odio. Te aborrezco, te quiero conmigo. Mentiroso. Macho de izquierda. Siempre lo fuiste.

¡Ay Viola querida! ¿Cómo te curaste de este mal tan horroroso?
¿Cómo olvida una las manos fuertes de cuando ya es el hombre que requieres, que quieres, que gustas?

Caí. Te dejé avanzar. Sabía a dónde nos dirigíamos y no quise parar. Tu erraste. No fue y no iba a ser de una SOLA vez. No al despertar así. No, no era una más. Eramos amigos, no eramos un cuerpo más, ausente de cariños.

¿Pensarás tu en mi? ¿Me extrañaras, veleidoso? ¿Necesitarás mis pláticas inundadas en humo y con cervezas o alcoholes en el aire? ¿Extrañarás mi café o como te explicaba las calles? Dejaste de necesitarme...

Las flores me estorban. Tu fotografía de mañana. Tus palabras en mi hombro, tus abrazos. Tus malditos brazos. No me muero gavilán. No me muero pajairito. Me vivo y me revivo en este calor que sólo el amor puede convertir en coraje.

Me voy a subir al bus, No conozco tu casa, no conozco tu camino, no me falta. Tu madre me querrá para ti. Rezamos el rosario juntas.

No es por una vez, no es por ese reloj que dejé de observar. Yo te quise años antes. La zanja se empezó a surcar desde calendarios viejos. Ninguna lágrima. Nada me sale por ti más que deseo. Me quema, me arde. ¡Ay, este dolor! Este dolor que se ahoga en la botella.

Fuimos amigos y separarte de mi: me quema, pajairito. Tu partida voluntaria, mi exilio.

Te aborramo. Te quietate. Te necesito.

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