Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de julio, 2018

Colonizada

Me siento invadida. Invadida en mi mente y en mi cuerpo.  Los sueños se me llenan de personas que se rehúsan a salir de mis espacios.  Lo mismo una sombra me atemoriza que una vívida imagen se sienta en mi cama y no se va.  En mis sueños les empujó a salir de mi recamara pero casi siempre me quedo sin voz, me quedo sin fuerzas y me quedo disminuida.  Al despertar, casi siempre exaltada, siento que ya me es casi imposible pelear, despierto con menos fuerza cada vez y con más cansancio cada día. Me duelen las piernas y los pies cómo si hubiera caminado un desierto.  Mis ojos arden como dos soles que nunca se apagaron.  Mis dedos se sienten duros como vigas.  Y mi paciencia ya no existe. Me siento invadida. 

Carta para Ana

Hola Ana, Sé que es una locura escribirte cuando tiene bastantes horas que ya no vives en el mismo mundo que yo, pero siento un dolor inmenso no haberte podido encontrar. El domingo estabas jugando afuera del trabajo de tu mamá, hacías lo que cualquier niña de 8 años hace, pensar en qué quieres ser de grande o tal vez imaginar historias y hacerlas vivas en un juego.  De pronto llegó el monstruo. Primero fue amable, seguro te dijo que irían por un elote o que irían a los juegos y tú le dijiste que sí porque seguro te mintió. Seguro te dijo que tu mamá le había dicho que fuera por ti porque se iba a tardar y tú eres una niña ¿qué más podías hacer si el té mintió? Juan Fernando, ese es el nombre del horrible hombre que te apartó de la posibilidad de ser doctora o mamá o jugadora profesional de futbol, o yo qué sé cuál era tu sueño.  El decidió, en su búsqueda de saciar su cuerpo y deseos violentos, raptarte y llevarte a no se sabe dónde. Decidió hacerte quien sab...

Llamada

No me gusta que me despiertes con un reclamo. Aborrezco que lo primero que escuche al amanecer sea tu voz en sollozos preguntándome por personas por quienes no soy responsable. Me asusta que me preguntes si estoy bien porque temo que hayas descubierto mi secreto y me dejes de querer. Me descolocas cuando preguntas, a las siete de la mañana, si todo va bien, mientras tu voz me dice que lloras.  Siento que de nuevo hay malas noticias por la mañana y la cabeza me retumba como si me hubiera golpeado con el piso.  Tu sólo quieres que te responda si sé dónde está a quien sí esperas...