Tengo este mal habito de prender un cigarro cada vez que voy a escribir. Como si la combustión de alquitrán, y no sé qué más, con tabaco fuera la energía que requiero para que fluya. O eso, sólo un mal hábito. Como sea, en medio del exilio autoimpuesto en la soledad del cuarto más blanco que he tenido (o he podido percibir/apreciar) entendí que el fondo realmente no existe, o no para mi. Las cosas empezaron a ponerse mal mucho antes de que siquiera pudiera entender los significados socio-históricos de esto o sus implicaciones en el sistema patriarcal-capitalista. Desde entonces conocí mucho dolor y los instantes de alegría me mantuvieron viva (que seguro son más de los que recuerdo), mantuvieron esa flamita que parecía más bien un foco de serie navideña descolorido y casi por extinguirse. Con los años, descubrí que por más corto circuito que intentara ponerle a esa serie no más no se apagaba y ¡vaya que lo intenté! Aprendí que la combinación de alcohol y electricidad no lo fundían, que...
Espacio autónomo de intervención personal. Básicamente un diario público